martes, 30 de marzo de 2010

PRÁCTICAS UNIDAD 63: EL EXPRESIONISMO

Los experimentos del expresionismo son tal vez, los más fáciles de explicar con palabras. El término mismo acaso no sea muy acertado, pues es sabido que todos nos epxresamos a nosotros mismos mediante aquello que hacemos o dejamos de hcer, pero la palabra se ocnirtió en un epígrafe adecuado por su contraposición fácil de recordar con el impresionismo, y porque como división resulta útil

En una de sus cartas, Van Gogh explicó cómo se puso a pintar el retrato de un amigo que le era muy querido. El parecico convencional sólo era el primer paso. Habiendo pintao un retrato "correcto", procedió a cambiar los colores y el ambiente

"Exagero el hermoso color de los cabellos, con naranja, cromo, limón y detrás de la cabeza no pinto la pared vulgar de la habitación, sino el infinito. Hago un fondo sencillo con el azul más rico e intenso que la paleta pueda proporcionar. La cabeza, de un rubio luminoso, destaca contra el fondo de azul fuerte de manera misteriosa, como una estrella en el firmamento. ¡Ay!, mi querido amigo, el público no verá sino una caricatura en esta exageración, pero ¿ qué puede importarnos?"
Van Gogh tenía razón al decir que el procedimiento que había  elegido podría ser comparado con el del caricaturista. La caricatura ha sido expresionista siempre, pues el caricaturista juega con la semejanza de su víctima, y la trastrueca para expresar precisamente lo que piensa acerca de sus semejante. En tanto que estas distorsiones marchaban bajo la bandera del humor, nadie parecía hallar dificultades en entenderlas. El arte humorístico era un terreno en el que todo estaba permitido, pues era un "arte menor", la gente no lo abordaba con los prejuicios del Arte con mayúsculas. Pero la idea de una caricatura seria, de un arte que deliberadamente altera las apriencias de las cosas, no para expresar un sentido de superioridad, sino tal vez de amor, admiración o temor, originó un escollo como el que Van Gogh había predicho. Sin embargo, no hay nada inconsciente en ello, pues la verdad escueta es que nuestra percepción de las cosas toma el color del modo en que las vemos, y, aún más, del estado de ánimo o el modo en que las recordamos. Todo el mundo habrá experimentado cuán diferente puede parecer un lugar de cuando estamos alegres a cuando nos sentimos tristes.

Entre los primeros artistas en explotar estas posibilidades, yendo más lejos aún que Van Gogh, se cuenta el pintor noruego Edvar Munch (1863-1944). En vez de hablar generalmente sobre su obra vamos a centrarnos en su célebre cuadro el grito


El cuadro muestra una súbita inquietud capaz de transformar nuestras impersiones sensibles. Todas las líneas convergen hacia el centro del cuadro. Todo se torna sinuoso y envolvente en torno al hombre que grita. Como si ese grito transformase el mundo. El rostro de la figura se halla falseado como si fuese una caricatura. Los ojos desorbitados y las mejillas hundidas recuerdan una calavera. Algo terrible debe haber ocurrido, y el grabado es de lo más inquietante porque nunca sabremos qué significa ese grito.

Pero lo que irritó al público en este cuadro y en los que el expresionismo traería más tarde, no fue sólo esta lograda expresión de la angustia humana o que la naturaleza hubiese sido trastocada , a lo que el arte del siglo XIX ya les tenía habituados. Les exaltó que se prescindiera de la belleza. Si se pretendía trastocar la naturaleza sólo podía ser con el objetivo de embellecerla y no de afearla. Munch nos dice sencillamente que un grito de angustia no es bello y que sería incinsero idealizar la ansiedad humana, negar el lado terrible de la existencia.
El sufrimiento humano, la muerte, la pobreza, la angustia, el dolor, la ansiedad, la tristeza, la melancolía ya no son parte del cuadro como pudieron serlo en obras de otras épocas: Son el cuadro mismo.
Rafael o Correggio prefierieron negar la realidad. Ese clasicismo fue despreciado por los expresionistas, más admiradores del Caravaggio angustiado que hace gritar a la Medusa.
El expresionismo pretende desnudar al hombre sin compasión. El Norte de Europa tenía experiencia en esa sinceridad, recordemos Brueghel, El bosco, Cranach)


Käthe Kollwitz



La artista alemana creó sus conmovedores grabados y dibujos, no con el propósito principal de provocar sensaciones, sino que en su afán de ser honesta consigo misma quiso que su arte reflejara su identificación con los que no tienen nada. Su arte pretendía ser denuncia de este mundo.




 Este grabado forma parte de una serie de ellos de la década de los 90, inspirada en una obra de teatro, cuyo tema giraba en torno a los apuros de los obreros textiles silesianos durante un período de desempleo y revuelta social. En realidad, la escena del niño agonizante no tiene lugar en la obra, pero contribuye a la intensidad de la composición. Cuando la serie fue propuesta para la concesión de la medalla de oro, el ministro responsable aconsejó al emperador que no aceptara la recomendación "en vista del tema de la obra y su ejecución naturalista, carente por completo de elementos mitigadores y conciliatorios". Esa era precisamente la intención de Kollwitz. A diferencia de las espigadoras de Millet, quien nos enseñaba la dignidad del trabajo, ella no encontraba más salida que levantarse con rabia y no aceptar lo que se tenía delante. Su arte inspiró a artistas del mundo comunista donde llegó a ser más conocida que en la Alemania occidental.





El belga Ensor cuyos retratos ofrecen una visión grotesca de la humanidad, se convirtió en el principal precursor del expresionismo y del surrealismo






En Alemania también se oía con frecuencia la llamada a un cambio radical. En 1906, un grupo de pintores alemanes fundó una sociedad a la que llamaron el puente Die Brücke para efectuar una ruptura total con el pasado y luchar por un nuevo amanecer artístico.



Sus objetivos eran compartidos por el pintor Emil Nolde aunque no perteneciera al grupo por mucho tiempo. Fue uno de los más destacados pintores expresionistas alemanes. Su crispado manejo del pincel, la utilización de colores vivos y estridentes y las figuras de rostros a modo de máscaras pretendían provocar en el espectador un shock visual y emocional.
( ver este artículo interesante  EL ARTISTA DEGENERADO Y GENIAL )


Kichtner

Fue el gran impulsor y fundador de Die Brücke.
“Animados por la fe en el progreso y en una nueva generación de creadores y de amantes del arte, hacemos un llamamiento a la juventud y, como jóvenes que llevan en sí el futuro, queremos conquistarnos libertad de acción y de vida frente a las viejas fuerzas tan difíciles de desarraigar. Acogemos a todos los que, directa y sinceramente, reproducen su impulso creativo”E. L. Kirchner




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