viernes, 11 de diciembre de 2009

UNIDAD 57: EL ARTE ROMÁNICO

"y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono, uno sentado. El que estaba sentado parecía semejante a la piedra de jaspe y a la sardónica; y el arco iris que rodeaba el trono parecía semejante a una esmeralda. Alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos estaban sentados veinticuatros ancianos vestidos de vestiduras blancas y con coronas de oro sobre su cabeza. [...]y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al hielo, y en medio del trono y en rededor de él cuatro vivientes llenos de ojos, por delante y por detrás. El primer viviente era semejante aun león, el segundo semejante a un toro; el tercero tenía semblante como de hombre, y el cuarto era semejante aun águila voladora.”

Apocalipsis de San Juan, 4:3-4,6-7


Arquitectura románica



Bases Históricas



Tradicionalmente se habla del siglo XI como el del inicio pleno del arte románico, y en concreto se da una relevancia especial al año 1000. Su superación positiva mostrará una sociedad en expansión, salida definitivamente de los mal llamados “siglos oscuros” y en la que se manifestarán una serie de hechos que, indudablemente, influirán en el arte románico:

la propia estructura feudal, que alcanza su plena manifestación en los siglos XI y XII. La nueva organización establecerá nuevas formas de relación más personalizadas que dotarán de seguridad y estabilidad a amplias áreas a partir de rígidas estructuras jerarquizadas. Esta tendrá su reflejo en el arte a partir de la propia organización feudal eclesiástica, que copia ceremoniales y comportamientos vasalláticos, fruto del entrecruzamiento entre el poder civil y el religioso, y sobre todo al reflejar las inmutables relaciones dependencia entre todas las partes de un todo
la recuperación económica, organizada a partir del “señorío” y la adopción y generalización de técnicas como el arado, la herradura o la collera. Ello conllevó un gran desarrollo agrícola y el incremento de los excedentes para el intercambio, acompañado de un importante crecimiento demográfico (ayudado por las nuevas roturaciones y el nacimiento de las villas nuevas más libres de las cargas feudales, y al parecer por cambios climáticos). En este nuevo ambiente de seguridad y confianza que la nueva estructura feudal había ayudado a crear, inevitablemente se produjo un gran desarrollo del comercio y con él de las ciudades que, con el tiempo acabarían alterando el propio sistema feudal. Todo ello a partir del siglo XI (en consonancia con el aumento de la construcción religiosa) culminando en el XIII
La reforma eclesial: La situación de dependencia de la Iglesia con respecto a poder civil, prácticas como la “simonía” o el “nicolaismo”, el analfabetismo/superstición de los clérigos, etc. tratarán de ser superadas a partir de diversas reformas que culminarán con Gregorio VII. El otro polo de poder religioso serán las órdenes religiosas que, protegidas por los papas y reyes llegarán a poseer un gran poder: Cluny y Cister fundarán multitud de monasterios por toda Europa estableciendo, y con ello unificando, un nuevo ritual ceremonial, logrando caminar así hacia una Europa cristiana común, también en lo artístico (unidad formal). Y es que las reformas monástica y pontificia contribuyeron a acabar definitivamente con las liturgias nacionales que todavía sobrevivían. En los territorios hispanos, la vieja liturgia visigoda y sus tradicionales reglas monásticas fueron sustituidas por la romana y los monjes negros de Cluny. La sustitución se produjo escalonadamente: primero, desde el último tercio del X, en los condados catalanes; un siglo después se producirá el cambio en los reinos occidentales. De la importancia de este factor como difusor del románico el ejemplo hispano es bastante elocuente: la cronología de la reforma litúrgico-monástica coincide exactamente con la introducción del nuevo estilo
Las peregrinaciones. Será precisamente Cluny la gran impulsora de esta corriente pietista que se extiende por Europa y que tiene como objetivo el culto a las reliquias a través de un camino previo de expiación de culpas/salvación eterna y perfección espiritual que por supuesto el arte habrá de acompañar para ayudar a su reposo carnal y contemplación espiritual. Los caminos hacia Roma, Jerusalén y, sobre todo, Santiago se pueblan de iglesias (la costumbre será una importante fuente de ingresos), circulando por ello cuadrillas de artesanos que actúan como difusores y unificados del nuevo estilo.
Es en este marco en el que se manifiesta el expansionismo feudal en todo su esplendor a través de las cruzadas. Sus efectos provocarán el desarrollo de las órdenes militares y de la nueva figura del “miles Christi”


Europa a finales del siglo XI


Antecedentes. Arte prerrománico

La caída del Imperio Romano y la invasión de los pueblos bárbaros, aunque no supuso una ruptura drástica, sí que provocó un proceso de regionalización más fuerte y la adopción de unos modelos romanos a partir de técnicas más deficientes y contando con influencias autóctonas que llevaron a un gusto por la simplificación y la esquematización (algo ya observado en el Bajo Imperio). Por encima de esta atomización surgirá el poder uniformizador de la Iglesia, el nuevo gran poder universal, que dará paulatinamente un sentido homogéneo a todo el arte medieval al imponer de forma cada vez más unívoca una política religiosa/cultural y artística, asumiendo el papel formativo y divulgativo en la sociedad, así como de mecenas artístico debido a su carácter eminentemente propagandístico.

En fin, El arte en la Alta Edad Media (VI-X) vendría marcado por las cada vez más lejanas influencias clásicas, ahora interpretadas bajo el prisma eclesiástico y de forma mucho más modesta (desorganización económica). Será un arte rural y disperso entre múltiples reinos autónomos que impondrán su sello personal: visigodo, asturiano, irlandés, carolingio, otónida, mozárabe. Ello es lo que se conoce como “arte prerrománico”, que no es sino un término genérico en el que se incluyen todas las manifestaciones de este periodo hasta llegar al primer estilo internacional en Europa tras Roma: el Románico.





Características generales

Apenas se encuentran novedades arquitectónicas reales pues se emplearán elementos ya existentes, fundamentalmente del arte romano, su referencia más clara (de ahí su nombre: arcos de medio punto, muros de sillar, columnas), aunque no la única (bizantino, islámico y todas las variantes bárbaras) pues la novedad estribará en la nueva forma de fusión de elementos para dar lugar a algo nuevo. Debido a ello, y a pesar de su unicidad, el románico adoptará muchas maneras particulares dependiendo del país e incluso estudiados
Se trata fundamentalmente de una arquitectura religiosa, pues la Iglesia es el principal mecenas en un marco de profundo fervor religioso y donde los nuevos edificios adquieren funciones más amplias: religiosas, defensivas, político-administrativas, judiciales
La monumentalidad, responde al interés por imitar a los grandes edificios romanos, cuya grandeza tienen, por otra parte, un claro carácter propagandístico. Ello será aun más reconocible al observar cómo se destacará el nuevo edificio entre el modesto caserío rural
La perdurabilidad, lógica si estamos hablando de una religión eterna. Por ello los edificios deberán de ser duraderos utilizando materiales como la piedra, incluso en sus bóvedas, lo que obligará a nuevos recursos técnicos
Predominio de la masa sobre el vano, es decir de los gruesos muros sobre las escasas aberturas, generalmente en la parte superior. Las razones pudieran estar en limitaciones técnicas (la necesidad de soportar pesadas bóvedas de piedra) o en una consciente voluntad artística (creación de un espacio interior sagrado y simbólico en semipenumbra). Ello le da un carácter macizo y cerrado, geométrico o cúbico, de bloque, que contrastará con la plasticidad de la antigüedad.
Articulación orgánica del espacio a partir de una cuidad relación entre las partes (relación entre la longitud y la anchura de la nave central y de ésta con las laterales), lo que posibilita el principio aditivo que permite la unión de espacios de diverso tamaño, dirección y función en una compleja estructura espacial escalonada, en la que cada parte conserva su singularidad, pero sólo consigue su efecto a través de la unión al todo. A ello se une un gusto por las figuras geométricas (al modo de Dios, el gran arquitecto-geómetra, cuya obra es permanente y perfecta), sobre todo las esféricas y cuadradas, como símbolo de perfección de las formas simples y absolutas.




Materiales



Debido a su deseo de perdurabilidad, el material esencial será la piedra, cortada en muchas ocasiones en sillares regulares. De cualquier forma, dependiendo del lugar, predominará el uso de uno u otro material: en la zona de influencia francesa y lombarda la piedra labrada e irregular, de cantería o bien el simple mampuesto (más barato y rápido); en el Tirreno el mármol, al menos para los paramentos externos (Pisa); en las zonas de influencia musulmana o bizantina, abundará el ladrillo.

El interior de los gruesos muros se rellenará con mortero o ripio formado a partir de pequeñas piedras y argamasa. Las bóvedas se comenzarán a construir en piedra lo que no opta para que se sigan utilizando cubriciones de madera, sobre todo en las iglesias rurales de nave única.





El artista



En el trabajo artístico habría que distinguir entre el creador intelectual, normalmente obispo o monje, que desarrolla el programa iconográfico, y el artífice práctico, bien maestro de obras, cantero, pintor, etc. Aunque no se puede decir que el artista románico fuese alguien anónimo, el tipo de relaciones laborales, basadas en contratos verbales y en el nomadismo de las cuadrillas así como la pérdida de obras y documentación o una cierta humildad ante el Creador (sobre todo de los monjes artistas), ha hecho que se conserven muy pocos nombres y datos de dichos artistas o, como eran llamados, “maestros de obras” (era normal que existiera una confusión entre canteros, albañiles,...). Los criterios de autoría y originalidad que luego se dieron en el renacimiento no existían ahora; los patronos se limitaban a exigir obras bien hechas, no obras únicas. Aun así, muchos de ellos labraron su nombre (X me fecit).

Sus obras solían realizarse sobre el terreno, basadas en la tradición conocida y sin dibujos previos, lo que explica los innumerables “arrepentimientos” que solían sufrir los edificios. Igualmente podemos comentar las marcas que presentan los sillares como señal personal del cantero con vistas al cobro de su jornal.





Elementos constructivos




- elementos de soporte: los muros, asentados sobre sólidos cimientos, serán muy gruesos a base de sillares, normalmente regulares y dispuestos a soga y tizón, y rellenos de ripio aunque habrá muchas variantes y existen aparejos irregulares (sillarejo, ladrillo, mampostería). Su carácter macizo adquiere una nueva dimensión plástica al ornamentarse exteriormente en algunas zonas con arquillos ciegos o bandas verticales (Lombardía), para finalmente pasar a articularse a partir de elementos verticales como contrafuertes en el exterior o columnas y pilastras semiadosadas en su interior, y de elementos horizontales que lo reticulan a partir de ventanas abocinadas, líneas de imposta, cornisas o aleros con canecillos y metopas.

Como soporte discontinuo se usa la columna, exenta o adosada, manteniendo la base ática, el fuste liso y el capitel (centro preferente de la nueva decoración, y que debe adoptar formas cúbicas para recibir los arcos), pero sin la proporción clásica y que debe abandonar su especificidad a favor de la unidad del conjunto. Aquí se hará evidente el choque con la arquitectura antigua, estático-horizontal y plástico, frente a la nueva configuración dinámico-vertical y lineal-abstracto. Sin embargo, la novedad será el frecuente uso del pilar, sobre todo del compuesto (núcleo de sección cuadrada o rectangular en cuyos frentes se asocian pilastras o semicolumnas destinadas a recoger los arcos fajones o formeros) mucho mejor adaptado para recibir la carga de los arcos. En muchas ocasiones se alternarán ambos sistemas


- elementos de carga. La bóveda de piedra se convertirá en elemento definidor del románico al permitir cubrir espacios superiores a los de un dintel y solucionar los frecuentes incendios en las techumbres de madera; ello sin embargo provocaría importantes problemas estructurales. La más utilizada sigue el esquema del arco característico de este estilo prolongado en el espacio, el arco de medio punto (aplicado también a vanos y portadas, normalmente abocinadas, para evitar el efecto de túnel ante muros tan gruesos, y que permitiría además aumentar la superficie susceptible de ser decorada): se desarrolla así la bóveda de cañón, que se irá apuntando con los años, usada especialmente en la nave central y reforzada por arcos fajones, que articulan el espacio de la nave en tramos (paralelamente los pilares quedan unidos entre sí por arcos paralelos al eje de la bóveda, arcos formeros) y reciben el peso de la bóveda, descargando su tensión en muros y pilares; en las laterales y en la girola se utilizará más frecuentemente la de arista, que permitirá la apertura de ventanales en las partes altas de las bóvedas. Estas dos formas producirán impresión de solidez y reposo, sin tensión; sus superficies lisas y líneas semicirculares devolverán la mirada al suelo tras describir una arco. Ello unido a su amplitud y semipenumbra producirá un efecto sobrecogedor y, a la vez protector.

El cubrimiento de las iglesias de planta centralizada así como de los cruceros se realizará mediante cúpulas semiesféricas apoyadas sobre trompas (pequeñas bovedillas en los ángulos) o sobre pechinas (triángulos esféricos). Igualmente aparecerán bóvedas de cuarto de esfera o de horno para cubrir las tribunas elevadas sobre las naves laterales y los ábsides





Plantas y alzado




- Planta (organizada en cabecera, naves y fachadas): la más común será la basilical de una, tres o cinco naves, con crucero, destacado o no en planta y dividido en ocasiones en tres naves, cabeceras de ábsides semicirculares y, en ocasiones, pórticos y torres a la entrada. Progresivamente este modelo irá agrandando el crucero hasta configurar la planta de cruz latina; igualmente el fenómeno de las peregrinaciones obligará a la construcción de girolas o deambulatorios, que permitieran el tránsito de los fieles, y la multiplicación de capillas y altares (absidiolos) que permitieran duplicar los oficios.

Una variante poco común serán las iglesias de planta centralizada, normalmente circular u octogonal


- Alzado: Asentado sobre robustos cimientos (que en ocasiones permiten la construcción de criptas o iglesias subterráneas), el grueso muro reforzado por contrafuertes ejerce de sustentador de unos edificios cada vez más elevados. La nave central, más alta que las laterales, permitirá abrir ventanales, descargando su peso sobre éstas y, en ocasiones, sobre las “tribunas” elevadas sobre dichas naves laterales, transmitiendo las bóvedas de medio cañón de éstas su carga a los pilares, contrafuertes y muros exteriores (anticipando así los arbotantes del gótico). Estas tribunas, con un valor útil a veces escaso, o destinadas a acoger a los peregrinos, se abrirán a la nave central a través de ventanas ornamentales de tres vanos (triforio).

Los dos muros que flanquean la nave central recibieron un tratamiento muy especial por los arquitectos románicos. Se evitó la rotundidad masiva de la época del primer románico, y se fue a la ordenación en pisos horizontales de arcos correspondientes a vanos reales o ficticios -comunicación con la nave lateral, tribuna o falsa tribuna y ventanas y a tramos verticales enmarcados por columnas o pilares que ascienden, sobre el muro, hasta el arranque de la bóveda. Esta preocupación por dinamizar el muro de la nave es algo que culminaría en las llamadas iglesias de peregrinación. Con el gótico seguirá siendo uno de los principales temas arquitectónicos

En lo que se refiere a las fachadas, estas se articulan frecuentemente en forma de “H”, entre dos sólidas torres (excepción italiana del “campanile” o torre-campanario exenta). Dichas fachadas suelen presentar portadas ornamentales diferentes según las zonas: en Italia organizadas a partir de arquerías de columnas y escasa escultura; en el área de influencia francesa elevadas torres y portadas repletas de escultura. En general habrá una correspondencia entre los elementos exteriores e interiores.





Ornamentación




Los motivos decorativos constituyen otra de las señas de identidad del edificio. Estos se reparten por toda la iglesia, fundamentalmente en las portadas, ventanas y capiteles, teniendo en cuenta además que, generalmente, los muros estaban completamente pintados produciendo el efecto de desmaterialización ya visto en el arte bizantino. Igualmente, para marcar la articulación horizontal, y romper con la monotonía del macizo muro, se multiplican los frisos y cornisas a modo de bandas ornamentales divididas en partes y constituidas por motivos geométricos abstractos (dentado, ajedrezado o taqueado, puntas de diamante, en zigzag, en arquillos ciegos,...); en ocasiones en las cornisas aparecen salientes que sustentan mejor la carga que aparecen con decoración escultórica (canecillos) o con rollos (modillones). Muchas veces los propio contrafuertes, aparte de su posible funcionalidad, servirán para articular plásticamente dicho muro





Tipologías constructivas religiosas



- iglesias de tipo rural: muy abundantes, este tipo, dependiente de obispados, señores o pequeñas villas, serán el centro de reunión, justicia y rezo de la población. Son templos pequeños, normalmente de peor calidad constructiva (mampuesto, sillarejo, ladrillo). Sus plantas son muy variadas predominando las de una sola nave cuyo ábside se cubre por una bóveda de horno pudiendo estar el resto de la nave cubierta de madera o por bóvedas de cañón y arista. También se encuentran iglesias de planta centralizada (Eunate, Veracruz en Segovia) y de cruz griega. En algunas zonas se desarrolla un tipo especial que presenta un pórtico columnado sobre zócalo en uno o varios de sus lados, que servirán de lugar de reunión y enterramiento (San Martín o San Esteban en Segovia).


- iglesias basilicales: localizadas en ciudades importantes o pertenecientes a monasterios, serán iglesias muy amplias de tres naves con transepto, generalmente no muy marcado, y cabecera con tres ábsides semicirculares y, a veces, están coronadas por un cimborrio situado en el crucero que marca una cúpula sobre trompas o pechinas. Todas las naves estarán cubiertas con bóvedas de piedra. Típicas del románico pleno, serán muy abundantes a lo largo del camino de Santiago (catedral de Jaca, San Martín de Frómista, San Isidoro de León).


- iglesias de peregrinación: Aunque es un concepto cada vez más en desuso por encontrarse similares características en otras zonas y tener muchos de sus elementos un origen monástico (girola, absidiolos), son estructuras que deberán responder a la gran cantidad de peregrinos que debían albergar, aparte de estar organizadas para permitir que se venerasen las múltiples reliquias o altares decados a diferentes santos y se pudiesen realizar los ritos procesionales internos y las misas diarias. Presentarán así dimensiones gigantescas, exhibiendo una grandiosidad que en la época fue el sinónimo más exacto de la belleza divina y del poder de la Iglesia (muchos autores situarán aquí la causa de su grandiosidad y no en la necesidad funcional de acogida de peregrinos) acercando con ello a los fieles al sentimiento religioso y la elevación hacia Dios. Su localización se ubicó en torno al “Camino de Santiago”, al que se llegaba por cuatro rutas, luego reducidas a dos y, desde Puente la Reina a una. La nueva tipología, aplicada a todas estas grandes construcciones incluía: planta de cruz latina, con transepto muy marcado, de tres o cinco naves, crucero cubierto con cúpula o cimborrio, cabecera con girola y corona de capillas absidiales en torno al altar mayor que se pueden extender a los brazos del transepto, amplia tribuna sobre las naves laterales abierta a la nave central, bóvedas de cañón reforzadas por arcos fajones en la nave central y de arista en las laterales, soportes a base de pilares cruciformes con columnas adosadas. Entre los ejemplos más destacados: San Martín de Tours, Sante Foy de Conques, San Saturnino de Tolosa y Santiago de Compostela


- monasterios: experimentarán un gran desarrollo debido al crecimiento de la vida monacal con la multiplicación de órdenes o la expansión de algunas (Cluny, Cister). Serán centros de poder económico y social, convirtiéndose los abades en auténticos señores feudales. La existencia de unas reglas de vida deterrminarán una arquitectura específica, que influirá igualmente en la evolución arquitectónica general. Estas “ciudades de Dios” se asentaban en lugares naturales idóneos para encontrar a Dios. Su vida giraba en torno al claustro, espacio cuadrangular que se abría al aire libre y en torno al cual se localizaban las principales dependencias: en la parte oriental, la biblioteca, la sala capitular y la sala de los monjes dedicada a su labor intelectual; en el ala meridional, el calafactorium, destinado al aprovechamiento de una fuente de calor, el refectorio y la cocina; en el área occidental estaban las cillas o almacenes/bodegas, y las estancias dedicadas a los monjes conversos, servidores del resto; finalmente en el lado septentrional, se situaba la iglesia, que sólo ofrecía culto a los monjes a pesar de lo cual podía adquirir grandes dimensiones. La existencia del jardín central y el pozo se relaciona con el simbolismo del Edén, el Paraiso perdido; el agua es símbolo de vida y en el claustro se produce la comunicación entre las tinieblas y la luz, que siempre está referida a la dualidad pecado-virtud.

No faltaban además hospederías, enfermerías, establos, el palacio del abad, molinos, escuela de novicios...




Arquitectura civil



Las continuas adaptaciones a la modernidad hicieron que la arquitectura civil románica apenas haya sobrevivido. Los pobres materiales de las clases populares llevaron a sus viviendas a la desaparición mientras que los palacios de los poderosos se adaptaron constantemente de acuerdo con las nuevas modas y para aumentar su confort. Si bien la vivienda popular presentaba una planta sencilla de dos o tras habitaciones, la casa señorial, normalmente de piedra al menos en su fachada, tenía varias plantas: un atrio porticado en la baja, un gran salón en la primera y los dormitorios en la última.


Las fortalezas militares presentaban estructuras turriformes únicas o bien organizaciones más complejas de varios elementos. En cualquier caso, la fortaleza se disponía en torno a un torreón central cuadrado o circular (donjon), dividido en pisos y utilizado para residencia del señor y para defensa; podía estar rodeado por uno o varios recintos amurallados (castillo de Loarre, XI) y fosos con las diversas estancias para la tropa y un patio de armas sin una tipología clara para su organización general y dependiendo de la orografía del terreno.


La estructura urbana respetó los trazados rectangulares romanos y algunas surgidas en la época se acabaron organizando siguiendo planos ortogonales; sin embargo, lo normal fue que la nueva o creciente ciudad se adaptase al relieve natural. En cualquier caso la ciudad se desenvolvía a través de unas pocas calles principales que accedían a las puertas de la ciudad y de un confuso enramado de calles secundarias estrechas; en el centro se abrían una o dos plazas, la del mercado y la de la iglesia principal. Los núcleos urbanos más grandes, no muchos, estaban rodeados de murallas (Carcasona, Avila, XII-XIII). Estas fortificaciones tuvieron que adaptarse igualmente de acuerdo a las nuevas tácticas militares mientras que las murallas acabaron desapareciendo en su mayoría ante el crecimiento urbano. Muchas veces la ciudad traspasó sus murallas organizándose nuevos barrios agrupados en torno a su parroquia.






Significado de la arquitectura románica



La nueva tipología de la arquitectura responde al deseo de adaptarse a la tradición imperial romana con una arquitectura monumental. Ahora las ciudades carecen de monumentos demostrativos de un poder público estatal organizado, función que recaerá casi exclusivamente en las iglesias.

Por otro lado, las funciones litúrgicas se multiplican: el número creciente de monjes, las fiestas litúrgicas con procesiones,... necesitan mucho espacio y ordenado. El culto de santos y reliquias aumenta el número de altares y lleva a la construcción de criptas bajo el coro o tras él.

Finalmente, la significación alegórica y simbólica. La iglesia, al ser el templo de Dios en la Tierra, debía reflejar el orden universal que emana de su divinidad. El templo es pues la ciudad de Dios de ahí que la iglesia represente el cuerpo místico de Cristo cuyo reflejo más exacto es la planta de cruz latina. El carácter procesional y la orientación focal espacial y simbólica son evidentes: al entrar en el templo por la fachada (la portada, recordando las formas del arco triunfal romano, no es sino la entrada a un lugar victorioso, el reino de Cristo) que nos anuncia el interior, nos dirigiremos a través de la nave (cuya bóveda y arco empujan al creyente, cual olas, hacia el altar), símbolo de lo terreno (es el cuerpo de la iglesia del que cada

cristiano es un miembro), hasta llegar al crucero y su cúpula (unión de lo terreno y lo divino pues participa de una estructura cuadrada y otra circular, siendo la cúpula unión de ambos ámbitos), alcanzando finalmente el ábside semiesférico, espacio divino. Por otro lado, la propia orientación del templo no era arbitraria, orientándose desde el siglo V hacia el Este, aludiendo al Sol de la salvación, mientras la portada orientada hacia el oeste recibe los últimos rayos, siendo la de la Justicia Final que juzgará a todos los hombres. Pero la simbología se refería incluso a cada uno de los elementos de la iglesia como señalan algunos autores como Honorio de Autún en Gemma animae: así la piedra de los muros representa a la iglesia (y cada sillar a un cristiano que lo compone), los pilares y columnas los obispos, los capiteles la palabra de Dios, las ventanas que alejan la tempestad y dejan pasar la luz son los doctores de la iglesia, los cuatro muros son los cuatro evangelios, el altar es el del sacrificio de Isaac y la puerta simboliza a Cristo.

La configuración de dichos edificios se adaptará pues a las exigencias de la liturgia, a la representación y a la función como edificio religioso-simbólico.

Algunos autores establecerán también relaciones entre la arquitectura y las relaciones sociales. Su diversidad, frente al cánon griego, se puede relacionar con la fuerza de la costumbre en las relaciones de la época. A la vez, la fortaleza de Dios no es sino un símbolo también de la fortaleza del señor feudal, lo mismo que la unión y dependencia entre elementos (reforzamiento y asociación del volumen mayor con otros más pequeños: el pilar compuesto, la bóveda y sus arcos fajones, el muro y sus pilares, los absidiolos y el ábside y estos a su vez con el cimborrio, las naves laterales con la central y las torres) lo son de las relaciones de dependencia. La arquitectura proporcionaría así, en una dimensión abstracta, la imagen idealizada de la sociedad feudal que también transmite la escultura. El templo, “castillo de Dios”, es el símbolo del poder espiritual y temporal de la Iglesia lo mismo que el castillo lo es del señor; ambos edificios, en piedra, monumentales, reflejan el poder en la pirámide feudal.

En otro sentido la iglesia, con sus volúmenes redondos, sombríos, protectores, arropan y protegen al fiel, que es atraído hacia ellos mediante amplios y decorados pórticos, que con sus arquivoltas y tímpano decorado muestra lo que el fiel va a ver en el interior.





Evolución general de la arquitectura románica




Es difícil realizar una periodización de un arte que no nació en el mismo momento en todos los lugares ni con los mismos condicionantes (se habla de Francia, Alemania e incluso España como su lugar de origen), que tuvo una duración y evolución distinta dependiendo de las zonas (en cada zona se fundió con los artes locales de épocas anteriores) y que, en su final, fue sustituido con el gótico de diferente forma. A pesar de ello se pueden diferenciar tres etapas:


- románico inicial. Desarrollado entre los últimos años del siglo X y los dos primeros tercios del siglo XI, hoy en día, es una referencia estilística que sólo puede aplicarse a la arquitectura. Nacerá en tierras de Italia y Borgoña y se expandirá rápidamente por Cataluña, alcanzando, hacia el Norte, la Normandía.

El léxico ornamental de los muros, realizados en ladrillo o con sillares todavía desiguales y mal desbastados, se caracteriza por el empleo de fajas y arcos en resalte sobre el paramento, muchas veces se combinan ambas, dando lugar a grandes arcadas que rasgan el muro de arriba abajo –bandas lombardas- y originando una rica variedad de combinaciones. Todo esto tiene su origen más antiguo en Italia, pero sin embargo no es en estas tierras donde se produce la primera, ni la más depurada edificación del estilo. El área catalana, dada su tradicional experiencia constructiva, contribuirá a mejorar y, tal vez, a codificar definitivamente algunas de las estructuras abovedadas más significativas (San Vicenç de Cardona). Será en los edificios carolingios y de su inmediata inercia, en sus criptas, donde se ensayen las fórmulas de abovedamiento que den origen al sistema de cubierta de los espacios románicos, hasta entonces generalmente cubiertos en madera y de poca altura.

La forma de iglesia románica presenta ya dos tipos básicos y elementales: los populares y sencillos edificios de una nave y un ábside semicircular, totalmente abovedados; los de tres naves, con tres ábsides semicirculares, el central más ancho, también este tipo se presentará con bóvedas en todos sus espacios. Junto a esto habrá toda una preocupación por enriquecerlos con nuevos espacios o crear, en función de necesidades concretas, pequeños añadidos espaciales como el deambulatorio con capillas radiales (Saint Philibert de Tournus). Poco a poco se logrará así la construcción de bóvedas de piedra, la unidad de cubierta y pared, la talla regular de los sillares y la articulación rítmica del espacio por medio de tramos.


- románico pleno. Durante el último tercio del siglo XI, un grupo de edificios que se construyen en Francia y en España aparecen caracterizados por unas formas que responden a un nuevo concepto de la arquitectura. Se puede decir que, tras una serie de experiencias, ha cristalizado el estilo románico. Ahora sí será un estilo que se pueda generalizar a la totalidad de las artes. El nuevo lenguaje plástico acabará con los núcleos de resistencia que otras formas artísticas oponían para perpetuarse en sus propias tradiciones locales.

Los reinos hispánicos occidentales que habían permanecido impermeables al primer románico, se sumarán ahora a puestos de vanguardia del nuevo estilo. Desde el tercio final del XI hasta mediados del XII, toda la Europa cristiana del momento adopta un lenguaje plástico común, de Lisboa a Tierra Santa, de Escandinavia a la España cristiana.


- románico tardío. A mediados del siglo XII surgió en Francia una nueva forma de construir los edificios y una tendencia naturalista de representar las imágenes; se manifestaban así las primeras creaciones del gótico. A partir de este momento se iniciará un muy lento proceso de difusión del mismo. Paralelamente a este proceso, la reforma cisterciense conduce a una depuración formal del románico de acuerdo a la austeridad de San Bernardo introduciendo de forma generalizada el arco apuntado. Igualmente, en algunas zonas sobre todo rurales, se sigue edificando bajo formas románicas locales durante el siglo XII y buena parte del XIII.

Hasta el siglo XII no se emprenderá la realización de importantes edificios con el nuevo estilo fuera del territorio de Francia. Durante un cierto tiempo se yuxtapondrán por tanto formas góticas sobre estructuras románicas (uno de los elementos paradigmáticos en este sentido es ver cómo la bóveda de cañón se irá apunando, al igual que sus arcos fajones); es una etapa de transición en la que los elementos puramente arquitectónicos se diferencian claramente, no así los elementos figurativos que se emplean como complemento monumental, que adoptan formas confusas de difícil catalogación estilística.

La manera de denominar correctamente esta etapa es tremendamente complicada, pues, en estricto sentido, cada una de estas creaciones tiene una explicación plástica e ideológica diferente, lo que hace que no se acepte unánimemente una determinada adjetivación. Expresiones como estilo 1200, período de transición, manierismo románico, primer Gótico son, entre muchas, las más utilizadas por los especialistas. Todas ellas tienen sus pros y sus contras, sin embargo, parece que la menos comprometida para calificar estas obras, si es que no se pueden clasificar como góticas, es el de tardorrománico.





El Románico en Europa.






FRANCIA



En Francia, cuna de la arquitectura románica, encontramos una gran variedad regional y, por lo tanto, resulta bastante complejo enunciar unas características generales válidas para toda la arquitectura románica francesa. Por esta razón nos ocuparemos del estudio del Románico francés, analizando las particularidades de cada una de las regiones en que se desarrolló de forma más brillante:


Borgoña: durante el siglo XI se construyen importantes edificios en esta zona, muchos de los cuales girarán en torno al modelo creado por la iglesia de Cluny III, de magnitudes considerables, gran altura y cubierta por una bóveda de cañón apuntado. La Magdalena de Vézelay es otro de los ejemplos importantes que sí conservamos. Es un edificio de grandes dimensiones destinado a albergar un importante número de peregrinos que acudían a contemplar las reliquias de María Magdalena aparte de estar en la ruta del Camino de Santiago. Carente de triforio, la nave central se cubre con bóvedas de arista separadas por arcos fajones, en los que las dovelas alternan el rojo y el blanco. La policromía es un elemento que también tendrá mucha importancia en los edificios italianos. San Lázaro de Autun fue primero un templo destinado a custodiar las reliquias e este santo y, más tarde, alcanzó el grado de catedral.


Normandía: es un foco artístico de sumo interés. Las construcciones normandas se caracterizan por exhibir formas geométricas puras, poco decoradas, con dos torres en la fachada, y los sillares correctamente escuadrados y aparejados. En el interior se cubrían con madera que más tarde sería sustituida por bóvedas de crucería. El principal exponente de esta zona es la catedral de Caen. Una vez que los normandos conquisten Inglaterra, el románico normando desempeñará un papel fundamental en el desarrollo del Románico y del Gótico inglés.


Provenza: en esta región la arquitectura no presenta grandes novedades desde el punto de vista técnico y formal. Son edificios de gran simplicidad influidos por el arte romano. Uno de los ejemplos más significativos es Saint Gilles de Gard,

en una de las etapas del Camino de Santiago. La portada de esta iglesia llama la atención por organizarse como si se tratase de un arco de triunfo romano. Otra importante obra de la región es San Trófimo de Arlés, que como la anterior presenta fuertes similitudes con los arcos triunfales latinos.


Auvernia: en esta zona se encuentra el viejo monasterio carolingio de Santa Fe de Conques, que más tarde se transformaría en iglesia para albergar las reliquias de santa Fe, siguiendo el modelo de templo de peregrinación que analizaremos con detenimiento al hablar de Santiago de Compostela. En la misma región se levanta Saint-Sernin de Toulousee, asimismo dentro del esquema de iglesia de peregrinación.


Poitou: la peculiaridad en esta zona es que los edificios tienden a igualar en altura la nave central con las laterales como sucede en Nuestra Señora de Poitiers.


Perigord: las iglesias de esta región constituyen un grupo homogéneo de edificios que emplean cúpulas dispuestas a lo largo de los tramos de la nave central. La Iglesia de Saint Front del Périgueux sigue el modelo de San Marcos de Venecia. La planta es cruciforme y en ella se puede observar una cúpula en cada brazo de la misma. Tanto en Poitou como en el Perigord, se mantienen elementos constructivos del mundo bizantino y se emplean cúpulas recubiertas de escamas que constituirán un notable influjo sobre la arquitectura española de finales del siglo XII.





ITALIA



Italia es, en estos momentos, un territorio fraccionado en diversas realidades políticas que se encuentra condicionado por dos aspectos; por un lado, el peso de la tradición del mundo clásico y por otro, el conocimiento de la cultura bizantina. Para su estudio, la dividiremos en tres áreas diferentes.


Norte: la arquitectura de esta área se caracteriza por recoger la tradición paleocristiana de cubierta abovedada sobre pilares. Generalmente de tres naves y cabecera de tres ábsides cubiertas con bóvedas de horno. Los muros, hechos muchas veces de aparejo rústico, se decoran con arquillos ciegos y bandas verticales denominados arcos y bandas lombardas, que se disponen en la superficie del muro. Normalmente presentan adosadas un alto campanario. El edificio más significativo es San Ambrosio de Milán, aunque también merecen destacarse San Abundio de Como o San Zenón de Verona.


Centro: enormemente influido por la antigüedad clásica y los modelos basilicales paleocristianos, proliferan las tipologías sencillas en que lo decorativo desempeña un papel preponderante. Entre sus características más típicas, algunas comunes con el resto de zonas, destacan la importancia de las columnas tanto como elemento sustentante interno como decorativo en las fachadas, la abundancia de arcos, la sustitución de la escultura por el color (mármoles polícromos), la separación del baptisterio y el campanile (I)y la presencia de ciertas reminiscencias clásicas como pórticos columnados en las puertas de las iglesias al modo romano o el remate de las fachadas con tejados a dos aguas al modo de un frontón. El conjunto más importante es el de la catedral de Pisa -célebre no sólo por la torre inclinada-, en la que el baptisterio, la torre y la iglesia aparecen separados como sucedía en Rávena. Fue proyectada por el maestro Boschetto. San Miniato al Monte, en Florencia, está revestido con mármoles de diferentes colores dispuestos geométricamente.



Sur: en esta zona sobresale la arquitectura siciliana, crisol cultural en el que se funden lo clásico, lo islámico, lo bizantino y lo normando. En Monreale se unen las columnas, arcuaciones, el transepto y la fachada de la arquitectura europea, con los arcos entrecruzados del arte islámico y los mosaicos del bizantino. Además de esta debemos citar la catedral de Cefalú y la Capilla Palatina de Palermo.


REINOS CRISTIANOS PENINSULARES


Dentro de la arquitectura románica de los diferentes reinos que conforman la península Ibérica durante el periodo románico, debemos distinguir tres momentos constructivos atendiendo a su desarrollo cronológico y a las diversas escuelas regionales:

- un primer románico o románico catalán desde fines del siglo X hasta la mitad del siglo XI, con influencias carolingias y, sobre todo, lombardas.
En Cataluña, la existencia de la Marca Hispánica, ligada a la Europa cristiana, hizo que se conservasen formas constructivas tradicionales, de influencia carolingia, que acabaron desarrollando, junto con la arquitectura de los maestros del norte de Italia, lo que se ha dado en llamar el primer románico, antecesor de la arquitectura cluniacense.
En los condados catalanes del siglo XI, gracias sobre todo al impulso del abad Oliva (970-1046), tiene lugar la construcción de una serie de edificios de estructura simple en los que se emplean las novedades arquitectónicas introducidas en Europa, caracterizadas por el uso de un aparejo rústico, naves cubiertas con techumbres de madera o bóvedas de cañón a partir del siglo XI, zonas absidiales en sus cabeceras, soportes en forma de columnas o pilares cuadrados, fachadas torreadas y una característica decoración exterior a base de arcos ciegos y lesenas o bandas decorativas de tradición lombarda. Los edificios más representativos de este primer románico catalán son San Pedro de Roda, San Vicente de Cardona, la abadía de Ripoll y San Miguel de Cuixá.

- un románico pleno, o cluniacense, que se desarrolla entre el último tercio del siglo XI y durante la primera mitad del siglo XII, correspondiendo a este periodo la mayor parte de las iglesias del Camino de Santiago
La configuración del denominado románico pleno conlleva la creación de un estilo uniforme, con un lenguaje arquitectónico común, que se extendió por los diferentes reinos de la península Ibérica a lo largo de toda una serie de edificios religiosos compuestos con una misma sintaxis plástica y constructiva.
La expansión de la orden cluniacense en España, la interrelación de las diferentes zonas geográficas a través de las nuevas vías de comunicación, la sustitución de la liturgia visigoda por la romana y el establecimiento de grandes rutas de peregrinación como el Camino de Santiago, ayudaron a la difusión del estilo románico pleno.
En este sentido, durante el siglo XI, a través del Camino de Santiago, el románico se extenderá por las tierras noroccidentales de Castilla; es el románico de las grandes rutas jacobeas que, partiendo de ciudades francesas como Arlés, Le Puy, Vézelay y Orleáns, recorría el norte peninsular por Jaca, Leyre, Sangüesa, Puente la Reina, Eunate, Estella, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Frómista, Carrión, Sahagún de Campos, León, Ponferrada, y tras atravesar Galicia, llegaba a Santiago de Compostela. Estas rutas se jalonan con una serie de monumentos que se presentan como la gran síntesis española del románico internacional, integrando en él todo el sustrato cultural heredado del arte hispánico prerrománico. Formas visigodas, asturianas, mozárabes, o del arte hispanoárabe, serán recogidas y compendiadas junto a las formas del románico francés.
Una serie de edificios se sitúan entre los más tempranos de Europa, donde las influencias del prerrománico son más que notables. Son las criptas de la catedral de Palencia, las de Loarre y Leyre, y el panteón de San Isidoro de León.
La catedral de Santiago de Compostela, construida sobre el sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, se inicia el año 1075 bajo los auspicios del obispo Diego Peláez. Como iglesia de peregrinación, recoge en su distribución los precedentes de las iglesias francesas de Saint-Martin de Tours, Sainte-Foy de Conques, Saint-Sernin de Toulouse y Saint-Martial de Limoges. Se compone de una planta de cruz latina de tres naves, amplio transepto también de tres naves, cabecera con girola y cinco capillas absidiales, torres en su fachada occidental y tribuna en el interior. Su nave central está cubierta con bóveda de cañón, las naves laterales con bóvedas de arista y las tribunas con bóvedas de cuarto de cañón.
En el área castellano-leonesa la peregrinación jacobea determinó la edificación de toda una serie de iglesias en la ruta hasta las reliquias del apóstol. En la colegiata de San Isidoro de León, de planta basilical con tres naves, tres ábsides semicirculares y bóvedas de cañón y arista, a cuyos pies se sitúa el panteón de los Reyes de Castilla, destacan además los arcos lobulados de influencia árabe que aparecen en el crucero. En San Martín de Frómista, construida con el apoyo de doña Mayor, viuda de Sancho el Mayor, se realizó una de las iglesias románicas mejor conservadas, con planta basilical de tres naves separadas por pilares cruciformes, tres ábsides semicirculares, un cimborrio de tambor octogonal sobre trompas cubierto con una cúpula y torres circulares en su fachada occidental. Otros conjuntos importantes son los monasterios de Silos y de San Pedro de Arlanza, ambos en la provincia de Burgos.
En las regiones aragonesa y navarra destacan la catedral de Jaca, con sus naves divididas por columnas y pilares cruciformes dispuestos alternamente y su cúpula nervada sobre trompas en el crucero, de clara influencia mozárabe. A ella se unirá, en el ámbito civil, el conjunto fortificado de Loarre con sus murallas y su cripta. Ya en Navarra, la iglesia de Leyre, con su cripta configurada por pilares que soportan unos macizos capiteles y arcos de medio punto peraltados.

- un tardorrománico que engloba las iglesias románicas con elementos protogóticos centrado en la segunda mitad del siglo XII, y que supone la extensión del románico por amplias zonas de la mitad norte peninsular.
Entre estos edificios debemos referirnos a un conjunto de edificios realizados o iniciados en la segunda mitad del siglo XII, considerados por algunos especialistas como edificios plenamente románicos, mientras que para otros presentan algunos avances constructivos del periodo gótico (protogóticos). Se trata de la catedral de Zamora, la catedral vieja de Salamanca y la colegiata de Toro. El elemento más destacado de los tres edificios es el empleo del cimborrio agallonado sobre el crucero, inspirado probablemente en los modelos bizantinos.
A ellos se uniría el desarrollo de escuelas regionales con particularidades propias como es el caso de las iglesias palentinas, sorianas o segovianas, estas últimas caracterizadas por la presencia de pórticos columnados en uno o varios lados de la iglesia, y que tenían funciones también civiles. Entre los ejemplos más destacados y más antiguos, destacan las iglesias de San Miguel, en San Esteban de Gormaz (Soria) y la de San Salvador, en Sepúlveda.
El románico, totalmente popularizado, permanecerá como estilo constructivo de innumerables iglesias rurales en todo el reino de Castilla a lo largo de una buena parte del siglo XIII. Incorpora en su estructura, elementos arquitectónicos que habían sido utilizados en la arquitectura cisterciense, como son la bóveda nervada o los arcos apuntados.



CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ESCULTURA ROMÁNICA




1.1. Precedentes




- El precedente de la escultura románica hay que buscarlo en los ensayos prerrománicos y en la escultura oriental, portadora de cierta experiencia grecolatina pero transformada por elementos cristianos.

- En el Prerrománico se había cultivado poco la escultura, sobre todo la monumental, que había sido fundamental en el mundo grecorromano, habiéndose olvidado por tanto la tradición escultórica antigua, la tradición clásica, prefiriendo la de pequeñas dimensiones, como marfiles u orfebrería, por lo que es original y aparte de ésta.



1.2. evolución estilística del relieve




- Durante el Románico lo que le interesa a los escultores es el aspecto intelectual, el mensaje, y no el naturalismo, no la representación fiel de la realidad.

- Por esto la figuras son sencillas, de relieve muy plano, con los ropajes ajustados al cuerpo y con los pliegues sencillos y paralelos, desproporcionadas, generalmente alargadas artificiosamente, sin volumen, dispuestas en composiciones sumamente sencillas, generalmente yuxtapuestas, sin perspectiva, sin ambiente ni fondos, sin expresión, hieráticas, sin movimiento, sin relacionarse las distintas figuras de las escenas entre sí, etc.



- La escultura románica aparece en el siglo XI, siendo al principio copia Dde obras de marfil, metal, telas, miniaturas- En su momento clásico, el siglo XII, las figuras están ya concebidas y definidas por su marco arquitectónico, lo que obliga a variar el canon, más alargado y a imprimirles mayor movimiento. Además, con el tiempo se irá enriqueciendo y se comienza a trabajar el altorrelieve.



- En su última época, la segunda mitad del siglo XII, se caracteriza por su profusión, su riqueza en movimientos y ropajes, con múltiples plegados, por conseguir mayores volúmenes y expresiones más naturales, se va olvidando su función arquitectónica, logrando independizarse poco a poco de ésta, en definitiva, se evoluciona hacia un arte más narrativo y claro, que se encamina ya hacia el naturalismo que dará lugar al Gótico.



1.3. Escultura de carácter decorativo y finalidad docente




- La función de la escultura románica es decorar los templos, por este motivo está supeditada a la arquitectura y no se concibe como estatuaria exenta. En este sentido cumple la "ley del marco", teniéndose que adaptar las figuras a la estructura arquitectónica.



- Por otra parte, su intención es comunicar un mensaje, los programas iconográficos son ilustraciones de sermones y de textos religiosos, teniendo cada escena su lugar predeterminado; por lo que hay que distinguir entre la escultura y el mensaje dirigido al pueblo, inculto y analfabeto, y el arte de los claustros de los monasterios, dirigido a los monjes ilustrados e iniciados en teología, capaces de interpretar la alegoría, el simbolismo y la intelectualización.

- Por tanto, los dos campos principales en los que aparece la escultura románica serán:

+ Las portadas en el exterior, donde los temas hacen alusión generalmente al pecado, adquiriendo un mayor desarrollo en el tímpano, aunque también podemos encontrar decoración escultórica en las arquivoltas, adosada a las columnas de las jambas, en los capiteles de éstas y en el parteluz;

+ Los capiteles de las columnas en los interiores, con temas también referentes al hombre vencido por el pecado o tentado por el diablo o temas evangélicos de carácter ilustrativo en las iglesias.

+ En los claustros de los monasterios encontramos los temas de tipo más intelectual.





1.4. Los temas iconográficosA) En los tímpanos de las portadas


- Aunque podemos encontrar otros, los dos temas más repetidos y más característicos del estilo son:

- El Pantocrátor, Todopoderoso, Cristo en Majestad, según se narra en el Apocalipsis de San Juan, con el Tetramorfos, los símbolos de los Cuatro Evangelistas (San Mateo como un hombre o ángel, San Juan como un águila, San Marcos como un león y San Lucas como un toro), contemplados por los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis.



- El Juicio Final, presidido por el Pantocrátor y el Tetramorfos, rodeados generalmente por los Veinticuatro Ancianos del Apocalipsis o los Doce Apóstoles y la Virgen, con ángeles tocando las trompetas que anuncian el Día del Juicio; a la derecha de Cristo se sitúa a los justos y a la izquierda a los condenados, con representaciones del infierno; es ahora cuando se inicia la representación antropomórfica del demonio, aunque a veces también aparece como un animal o un monstruo; asimismo en ocasiones suele aparecer el Arcángel San Miguel, con una balanza para pesar las almas.



B) En los capiteles de los claustros


- En los capiteles encontramos principalmente temas vegetales, animales, tanto reales como fantásticos o monstruosos, y figurados. Entre estos últimos podemos distinguir varias tipologías: los de decoración alegórica, aludiendo al pecado de forma intelectual; los más característicos del estilo románico, los capiteles historiados, en los que se narran escenas de carácter religioso, vidas de santos o mártires, y relatos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento; y, en ocasiones, otros con escenas de la vida cotidiana, caballeros feudales, etc.



1.5. La escultura exenta


- La escultura exenta románica, salvo excepciones como el Descendimiento de San Juan de las Abadesas, se reduce a imágenes del Crucificado y de la Virgen con el Niño.



A) El Crucificado


- Como en el mundo bizantino es de cuatro clavos, con los pies clavados separados, impasible al dolor, rígido, hierático, con expresión solemne, con el cuerpo derecho y los brazos horizontales, está vivo, etc.

- Adopta dos tipologías:

+ Cristo en Majestad, vestido con una larga túnica de mangas y con corona;

+ Cristo desnudo, cubierto sólo desde la cintura hasta las rodillas con una faldilla. +

- Los podemos encontrar realizados en marfil, madera o metal.

B) La Virgen y el Niño


- A la Virgen se la representa sentada, de frente, hierática, con el Niño sentado sobre sus rodillas, también de frente y estático, en actitud de bendecir, con un libro o la bola del mundo en la mano, sin relación alguna entre ambas figuras.

- Este modelo se denomina Virgen Quiriotisa, Virgen como Trono del Salvador.

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