viernes, 11 de diciembre de 2009

Una división de caminos: Roma y Bizancio durante los siglos V al XIII

Cuando en 311 el emperador Cosntantino estableció la Iglesia Cristiana como religión del Estado encontró con una congregación de creyentes y un ritual litúrgico muy diferente al pagano pero sin lugares para el culto.
1.- De lo existente poco se podía obtener. Los templos paganos eran sólo altares para la estatua del Dios. La misa exigía un templo amplio en la que una gran cantidad de fieles escucharían la voz del sacerdote en el gran altar. Al no ser posible tomar como modelo el templo pagano decidieron buscar dentro de la arquitectura existente lo más adecuado a sus necesidades y encontraron la basílica, grandes salas de reunión de la época clásica. Podían emplearse como mercados cubiertos y como salas de justicia. Eran grandes salas oblongas , con estrechos y bajos compartimentos en las paredes laterales, separadas de la principal mediante hileras de columnas. En el extremo había con frecuencia un espacio para un estrado semicircular en el que el presidente de la asamblea, o el juez, tenía su asiento. La madre del emperador Constantino erigió una basílica semejante como primera gran iglesia y en lo sucesivo la palabra se emepleó para designar iglesias de este tipo.
La hornacina o abside semicircular será empleado para el gran altar hacia el que se dirigían las miradas de los fieles.
Esta parte del edificio donde se hallaba el altar fue conocido con el nombre de coro
La sala principal o central donde se congregaban los fieles, fue denominada después nave central mientras que los compartimentos más bajos de los laterales recibió el nombre de alas. Enla mayoría de las basílicas la nave alta estaba sencillament e cubierta con un techo de madera dejando sus vigas al aire, en los laterales el techo era generalmente liso. Las columnas que separaban la nave de los lados se decoraban con frecuencia suntuosamente.
Ninguna de las basílicas primitivas se ha conservado tal como se la construyera, pero, a pesar de las alteraciones y renovaciones efectuadas en los mil quinientos años trasncurridos desde entonces aúnpodemos formarnos una idea del aspecto general de tales edificios.





La decoración

El problema al decorar las basílicas radicaba en la cuestión de las imágenes. No se podían colocar esculturas de su Dios como si fuesen ídolos paganos. Era necesario establecer las diferencias entre el paganismo y el cristianismo sobre todo para los nuevos creyentes. El naturalismo de las esculturas griegas o romanas hacian pensar que se trataba del mismo díos, pero el cristianismo defendía un dios lejano e intangible. Invisible.
De ahí que no se colocasen esculturas en el interior de los templos.

Otro asunto fue la pintura, a la cual se le permitió entrar en las basílicas con carácter didáctico. El papa Gregorio el Grande recordó a quienes se oponían a las pinturas que estas eran el único modo de enseñar a la mayoría de los analfabetos fieles.
De ahí que la austeridad escultórica supondría un gran impulso para la pintura.

En el Milagro de los panes y los peces




mosaico de la Basílica de San Apollinaire Nuovo tambien en Ravenna, que hacia el 500 era un gran puerto de mar y la ciudad más importante de la costa oriental italiana, ilustra el tema evangélico según el cual el Cristo alimentó a cinco mil personas con cinco panes y dos peces. Un artista helenístico habría aprovechado la oportunidad para representar una gran masa de gente formando una escena alegre y teatral. Pero el maestro de aquellos días eligió un método muy diferente: su obra no es un cuadro realizado con hábiles pinceladas, es un mosaico, laboriosamente reunido, de pequeños tacos de cristal de coloración intensa y vigorosa que comunica al interior de la iglesia, de tal modo adornada, un aspecto de esplendor solemne. La manera en que el tema se halla expresado muestra al expectador que algo misterioso y sagrado está sucediendo. El fondo se halla realizado medianet vidrios dorados y sobre él no se ha colocado una escena realista o naturalista. La serena y apacible figura de Cristo ocupa el centro del mosaico. No se el Cristo barbado que conocemos, sino el hombre joven de largos cabellos que vivió en la imaginación de los cristianos primitivos. Lleva una túnica de color púrpura y extiende sus brazos en actitud de bendición hacia ambos lados, donde se encuentran dos apóstoles ofreciéndole los panes y los peces para que realice el milagro. Los apóstoles lelvan los víveres con las manos cubiertas, tal como era costumbre en aquel tiempo que los súbditos llevara sus tributos a sus señores.
La escena aprece en realidad una solemne ceremonia, observamos que el artista ha conferido una profunda significación al o representado por él, en cuyo sentir no se trataba tan sólod e un raro milagro acaecidos en Palestina algunos siglos atrás, sino del símbolo del poder permanente de Cristo que había tomado cuerpo en la iglesia. Esto explica, o ayuda a explicar, la razón por la cual el Cristo mira fijamente al espectador, es a él a quien el Cristo alimentará.
A primera vista una representación semejante parece envarada y rígida, no hay nada en ella del dominio del movimiento y la expresión que constituyó el orgullo del arte griego, y que persistió durante la época romana. La manera de estar colocadas las figuras en posición estrictamente frotnal casi nos recuerda algunos juegos infantiles. Y sin embargo, el artista debió conocer perfectametne el arte griego. Sabía exactament ecómo coloar un manto sobre un cuerpo para que las manos oucltas quedaran visibles a través de lso pliegues , sabía como mezclar piedras d ediferentes formas en su mosaico para prducir las coloraciones del cuerpo y el celaje, acusaba las sombras sobre el suelo y no hallaba dificultada alguna en representar escorzos. Si el cuadro nos parece más bien primitivo esta sensación debe obedecer a aue el artista quiso ser sencillo. Las ideas egipcias acerca de la importancia en la claridad en la representación de todos los objetos cobraron nuevamente gran fuerza por la marcada dirección que hacia esa misma claridad imprimia la iglesia. Pero las formas que emplaron los artistas en este nuevo esfuerzo no fueron las simples del arte primitivo, sino las evolucionadas de la pintura griega. De este modo el arte cristiano del medioevo se convirtió en una curiosa mezcla de métodos primitivos y artificiosos.
El poder de observación de la naturaleza que vimos despertar en Grecia alrededor de 500 a.c. volvió a velarse hacia 500. Los artista ya no cotejaron sus fórmulas con la realidad, ya no se deicaron a realizar descubrimientos acerca de ómo represetnar un cuerpo, o crear la ilusión de profundidad. No les interesaba. Pero lo descubierto no se perdió para siempre, proporcionaron el arte griego y el romano una inmensa cantera de figuras de pie, sentadas, inclinadas o caídas. Todos esos modelos resultarían útiles para expresar un tema y por ello fueron copiados y adaptados asiduamente a contenidos siempre nuevos. Mas los fines con qu eemplearon en el nuevo estilo no fueron tan radicalmente distintos como para qu eno nos sorprenda que apenas revlene su origen clásico.
Esta cuestión habría de ser de vital importancia para la historia del arte europeo, pues constituyó una de las causas principales de que la Iglesia oriental, la de los territorios romanos en territorio de lengua griega, se opusiera a aceptar la jefatura del Papa Latino. Existía un partido contrario a todas las imágenes de naturaleza religiosa, los iconoclastas. En 754 consiguieron el predominio y todo el arte religioso fue prohibido en la Iglesia Oriental Sus contrincantes estaban aun menos d acuerdo con la ideas del Papa Gregorio. Para ello, las imágenes no eran solamente útiles, sino sagradas, tratando de justificar su punto de vista con argumentos tan sutiles ocmo los empleados por la parte contraria “Si Dios ha sido tan misericordioso qu ese ha mostrado a los ojos de los mortales en la naturaleza humana de Cristo, ¿ por qué no va a estar de acuerdo también en manifestarse por medio de imágenes visibles? A través de esas imágenes se adora a Cristo, no se adoran las imágenes como los paganos. Finalizado el periodo iconoclasta las imágenes surgieron como vencedoras y ya no buscaban tanto la educación de los cristianos como la representación de un mundo misterioso y sobrenatural. El artista de Oriente se ciñió a este esquema rígido repitiendo modelos consagrados.
La virgen y el Cristo niño en su trono circular.

De este modo la iglesia bizantina conservaba las ideas y el acervo griego en los tipos usados para vestiduras, rostros y actitudes. Si observamos una pintura bizantina como esta de la Virgen entronada, puede parecernos muy alejada del modelo griego, sin embargo la manera de los pliegues, el modelado del rostro y las actitudes , las sombras el trono , habrían sido imposibles sin las enseñanzas griegas y helenísticas.
A pesar de la rigidez el arte griego se mantuvo más próximo a la naturaleza que el arte occidental. Pero los artistas bizantinos debieron limitar sus cualidades personales. Pero aún así no fueron inmovilistas, fueron ellos quienes trasnformaron las simples ilustraciones del arte cristiano primitivo en grandes ciclos de eneroms y solemnes imágenes que domina el interior de las iglesias bizantinas. Al contemplar los mosaicos realizados por artistas griegos en los Balcanes y en Italia durant eel medioevo, observamos que este Imperio oriental consiguió en efecto revivir algo de la grandeza y majestad del antiguo arte de Oriente, utilizándolo para la glorificación del Cristo y de su poder.

El Cristo Rey del Universo de la Catedral de Monreale en Sicilia da una idea de lo impresionante que pudo ser este arte. El ábside fue decorado por artistas bizantinos antes 1190. Sicilia pertenecía a la iglesia occidental o latina lo que se acusa por el hecho de que entre los santos colocados a ambos lados del ventanal hallamos la primera representaciónd e santa Thomas Becker, la noticia de cuyo asesinato, unos veinte años antes tuvo resonancia en toda Europa. Pero aparte de esta digresión el artista se mantuvo apegado ala tradición bizantina,. Los fieles reunidos en la catedral se encontrarían con la mayestática figura del Cristo rigiendo el Universo con su mano levantada en ademán de bendición. Debajo se halla la virgen en su trono, como eperatriz, flanqueada por dos arcángeles y la solemne hilera de santos.


Imágenes como éstas que nos miran desde las brillantes y doradas paredes constituyesn símbloso tan perfectos de la llamda verdad sagrada que demostraban no ser neceario apartarse nunca de ellos. De este modo contiunaron manteniendo su preponderancia en todos los países regidos por la Iglesia de Oriente. La simágenes sagradas o iconos de los rusos constituyen todavía un reflejo de las grandes creaciones de lso artistas bizantinos.

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